Todos los años, para esta época, los habitantes de la productiva subregión del Departamento, sufren incalculables pérdidas, como consecuencia de las arremetidas del río Magdalena, en la época invernal. Personas que derivan su sustento , de sus actividades como agricultores, tanto grandes como pequeños, campesinos que sostienen a sus familias con sus pequeñas siembras de yuca, maíz, frijol, entre otros, pescadores, ganaderos grandes y pequeños, comerciantes y transportadores, contemplan con horror, de los últimos años, cuando la creciente de Magdalena y de los otros ríos del Departamento, han sido inmanejables. Ya que arrasan con todo lo que encuentran a su paso. Vías, cultivos, vacunos porcinos, caballares, en fin animales de todo tipo, también los habitantes de esta región, han soportado en embate de las aguas que invaden sus viviendas y sus cultivos, arrasando el fruto de sus trabajos y sacrificios. Eso, sin nombrar, las pérdidas humanas que en otras temporadas han desencadenado grandes sufrimientos.
Pero esto, ¿por qué sucede? muchos dirán que se debe al cambio climático, al enfriamiento de la corteza terrestre, en otrora, al fenómeno del Niño o de la Niña, pero por cualquiera de éstos factores, los encargados de la vigilancia del medioambiente, no realizan las debidas advertencias con el debido tiempo, para que el gobierno o las instituciones creadas, para prevenir cualquier eventualidad, realicen los trabajos necesarios, con el fin de prevenir los desastres que afectan patrimonial y primordialmente, a las personas de escasos recursos económicos.
En años anteriores, la ola invernal, rompió la vía que comunica los municipios de Cerro de San Antonio y El Piñón, creando un boquete de 300 metros, las aguas, en esa oportunidad, destrozaron los cultivos de palma de aceite, de pan coger y además la vía desapareció en un trecho, de mas de 5 kilómetros. Quedando las tierras, inutilizadas, para desarrollar cualquier actividad propia del campo.
