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Detrás de la crisis

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josefelixJosé Félix Lafaurie Rivera –@jflafaurie

 De regreso de Villanueva, Guajira a Valledupar, en plena crisis, viajaba con algunos amigos ganaderos, cuando, acabando de pasar un retén militar, súbitamente fuimos obligados a detenernos por lo que parecía la avanzada de algún personaje y resultó ser –sorpréndase, amigos lectores– el equipo de logística de una caravana de contrabandistas de gasolina, de –vuelvan a sorprenderse– ¡ochenta camiones! que salieron veloces de una finca por donde, seguramente, burlaban por entre las trochas el retén del cual estaban debidamente avisados. 

¿A qué viene esta historia? A que, sin duda alguna, esos hombres, armados hasta los dientes, no hacen parte de los “peligrosos contrabandistas” que hemos visto cruzar la frontera con sus bártulos y su pobreza a sus espaldas; esos contrabandistas desarrapados pero con capacidad para amenazar la economía venezolana, razón de seguridad nacional que esgrimió Maduro para demoler sus casas, hurtar sus pertenencias, humillarlos con un derroche de xenofobia sin precedentes, y expulsarlos de su país  en condiciones ignominiosas y violatorias de los derechos humanos. 

¿Quiénes están, entonces, detrás de la crisis?   La verdad, todo el mundo lo sabe a ambos lados de la frontera, comenzando por los dos gobiernos y el de los Estados Unidos. De este lado, el narcotráfico, sin la talanquera del glifosato, al amparo de la ausencia estatal y en manos de bandas criminales y sus aliados, las Farc, el ELN y el EPL, estructuras armadas con control territorial, que han incursionado también en el contrabando, de ganado inclusive, y otros delitos; que corrompen o amenazan autoridades, dominan los negocios, el transporte y las carreteras, las ciudades y la inmensa zona rural fronteriza. 

Quien no quiera ver, que no vea, sobre todo las ONG que pretenden seguir mostrando la Zona de Reserva Campesina del Catatumbo como un remanso de paz, algo bien diferente a lo que vimos en el interesante trabajo investigativo del Canal RCN sobre esa apabullante presencia de la ilegalidad, con cultivos de coca por doquier, vergonzantes, para ser encontrados y filmados por cualquiera; con el ya no vergonzante sino vergonzoso aislamiento por el atraso en infraestructura.

Del otro lado de la frontera, detrás de la crisis está la disolución de un régimen en sus dos acepciones, es decir, un régimen que se cae a pedazos, precisamente por la condición disoluta de sus élites, disfrazadas de socialistas pero aferradas al poder que emana del desorden social y la corrupción rampante; funcionarios del más alto rango que han tirado del hilo del narcotráfico y lo han instalado en el vecino país; que han dado seguro resguardo a guerrilleros y narcotraficantes de verdad, mientras persiguen y deportan a delincuentes de mentiras. 

Colombia no ha exportado narcotráfico y delincuencia hacia Venezuela; fueron los cuadros del Socialismo del Siglo XXI quienes los importaron para su provecho.

Colombia tiene graves problemas de narcotráfico y terrorismo, es innegable, pero como bien dijo el presidente Santos, “los problemas de Venezuela son hechos en Venezuela”. 

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