Por: Edgar Castro C.
El departamento del Magdalena, eternamente ha adolecido tanto de malas carreteras como de muy baja prosperidad. La mayoría de sus municipios están comunicados por carreteras destapadas en malas condiciones o trochas, situación, que desde luego, ha incidido en que se tenga un mayor atraso en su desarrollo. Para que se tenga una idea de la situación, basta con saber que a los municipios situados en la margen oriental del río les resulta más fácil llegar hasta Barranquilla que a Santa Marta, su capital, porque no existen buenas vías que se lo permitan.
Actualmente, se adelantan proyectos que vinculan al Magdalena como el de la Ruta del Sol y la doble calzada que actualmente se está construyendo para unir a ésta, desde Bosconia (Cesar), con El Carmen de Bolívar, pasando por El Difícil, Nueva Granada y Plato, y que se conoce como troncal de los Contenedores. Mucho han demorado en ejecutarse las pavimentaciones de las importantes carreteras que unen a El Banco con Cuatravientos (Cesar); la de El Banco-Tamalameque-El Burro y la que va desde Santa Ana hasta el corregimiento de La Gloria, en el municipio de Nueva Granada.
Están pendientes otras obras, que algún día habrá que acometer como la pavimentación de la vía que conduce desde Apure –corregimiento de Plato- hasta Salamina, pasando por Chivolo y Pivijay. Asimismo, hay que hacer realidad el sueño de construir el trayecto vial que parte también desde Apure va hasta Loma del Bálsamo, uniendo a San Ángel y Algarrobo con la Ruta del Sol, que hay que ir ventilando públicamente por su importancia no solo para los municipios enlazados sino para todos los que, desde el norte del Magdalena, quieran desplazarse con más facilidad hasta Montería o Medellín.
Hace pocos días, la gobernación del Magdalena mediante licitación adjudicó, a un costo de 460 mil millones de pesos, la construcción de la primera etapa de la Vía de la Prosperidad, que en todo su recorrido de 174 kilómetros, va desde Palermo – corregimiento de Sitionuevo-, ubicado en una de las cabeceras del puente de Barranquilla, hasta Plato; bordeando la orilla Este del río Magdalena. Esta carretera, que desde hace décadas ha sido un anhelo del Caribe, fue contemplada para su realización en la ley 59 de 1959. Desde entonces la ha acompañado un sino adverso, pues en el Programa de Desarrollo Económico del Valle del Magdalena y Norte de Colombia, elaborado por la reconocida Misión Currie en 1960, por encomienda que hizo el gobierno, consideró inviable la obra porque, según análisis para otros casos del informe, “… la suposición de que una carretera de tipo corriente puede automáticamente controlar las avenidas de un río tan caudaloso como el Magdalena no tiene consistencia lógica, …a menos que quede comprobado, después de un concienzudo análisis, que puede controlarse todo el río a un costo razonable”.
Hoy los problemas de la vía-dique son de otro tenor y están referidos a los cuestionamientos hechos por el ministerio de Transporte, la contraloría y la procuraduría, que consideran por diferentes motivos que el procedimiento licitatorio debe reiniciarse. Hasta el punto que la contralora general, en declaraciones dadas en Barranquilla, calificó de irresponsable al gobernador magdalenense por otorgar la licitación de una obra desfinanciada, pues no está asegurada la contrapartida de la nación, que asciende a los 260 mil millones de pesos, habida cuenta que antes se había solicitado la suspensión del proceso. Como no conozco los intríngulis del asunto, simplemente me limito a formular votos para que se llegue prontamente a un acuerdo que permita seguir adelante.