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Los gremios de estableros que velan por las mejores vacas del país

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Luis David Padilla tiene 22 años y desde hace cinco, cuando llegó por casualidad a la hacienda Santa María, declaró su amor a primera vista por el campo y los animales. Mientras su compañero, ‘Jorgito’-como lo llama cariñosamente-, a pesar de que Luis es seis años menor que él, le descarga baldados de un kilo de comida, este establero recita la rutina diaria de cuidado para las 30 representantes de raza Guzerá que vinieron desde Montería a la muestra de Agroexpo Caribe 2016.

Silo de maíz, concentrado de leche, torta de soya, heno picado, bicarbonato y una pizca de sal componen la mezcla de alimento que le dan siete veces al día a las competidoras. “Especial de la casa para el concurso lechero”, dice entre sonrisas tímidas.

Luis David y ‘Jorgito’ viajan por toda Colombia para participar en las ferias agropecuarias que se realizan en las diferentes regiones del país. Hasta 12 horas en carretera han recorrido en compañía de sus inseparables ‘hijas’, las vacas Guzerá, para concursar en importantes certámenes nacionales. “Dormimos y nos despertamos con ellas, son como unas bebés a las que les damos un cuidado muy especial”.

Por estos días se alojan en una improvisada habitación en los establos de Puerta de Oro, Centro de Eventos del Caribe, donde tiene lugar la feria organizada por CORFERIAS. Allí cuelgan sus hamacas y levantan tiendas para acampar, lavan su ropa y comen junto al ganado. En sus horas libres tienen largas y divertidas charlas con los estableros de otras haciendas participantes que, al igual que ellos, vienen a concursar por el premio mayor.

Las “cofradías de estableros” son un gremio muy cercano, casi una hermandad. Así lo afirma César Vásquez, de 35 años, de la hacienda Aguas Prietas. Desde Bolívar trajeron 30 vacas de raza lechera Gyr a la feria del campo del Caribe.

“Todos nos conocemos. Cuando alguien no viene, hace falta. Uno siempre pregunta por el de la Brasilia, el de El Tesoro o el de La Voluntad. Nosotros ‘gyristas’ y ellos ‘brahmistas’ o ‘guzeristas’, a pesar de ser tan diferentes, también somos sus amigos y los extrañamos. Nos escribimos y siempre estamos pendientes unos de los otros”, afirma Vásquez, quien ya completa 11 años en el oficio.

A César, cartagenero de pura cepa, le cambia la cara al hablar de la competencia. “Somos compañeros de trabajo y amigos, pero cuando estamos en competencia es totalmente diferente”. El título de líder se lo dio la experiencia y, como tal, se preocupa porque cada quien se dedique a hacer su trabajo.

Por su parte, Luis David saca pecho por Adela y Julieta, dos vacas jóvenes de prominentes cachos que han batido récords en concursos nacionales. “Se las echo a cualquiera, ninguna da más leche que ellas”, dice, mientras acaricia a los animales. Destaca el cuidado previo a la presentación oficial, que empieza unos 45 días antes de la exposición.

Durante ese tiempo no les quitan el ojo de encima a las vacas, asegura Rafael Díaz, médico veterinario de la Santa María. Desde las 5:00 de la mañana comienza el control que consiste en dos aspectos fundamentales. Primero, que coman a tiempo, llevando una rutina de dietas cada cuatro horas y segundo, que a nivel nutricional y sanitario mantengan un estado de equilibrio para que puedan expresar el nivel genético que tienen para producir leche.

Rafael destaca especialmente el trabajo de los estableros porque conocen de primera mano la rutina de las vacas tanto en la finca como en las ferias, y no las van a descuidar nunca.“Imagínese. Es como si uno saliera de la casa y duerme en otro lado, lo primero que extrañas es tu cama y todo lo que haces en tu ambiente”. Este es el tipo de cosas que los estableros aprenden y les dan la sabiduría para resolver los problemas que se van presentando, junto con la asesoría y supervisión de los veterinarios, complementa.

Rafael, Luis David, ‘Jorgito’ y César llegaron hace una semanas a Puerta de Oro, Centro de Eventos del Caribe pero parece que llevaran meses instalados allí. Son como hermanos de diferentes padres que conviven y comparten momentos que marcaron su vida, y aseguran que aunque duerman poco más de dos horas, le ponen todo el amor y no cambian este oficio por nada del mundo.

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