Por Edgar Castro Castro
Hace pocos días, fui invitado a participar en una reunión que, por convocatoria y organización de la ingeniera Ana Cecilia Vega, se realizó con el propósito de preparar, con la información que allí se compilara, adicional a la encontrada en los recovecos de la recordación de quienes en forma directa se relacionaron con Manuel Saumeth Núñez, el más prolífero músico que ha dado Plato, una emisión del programa cultural La Hamaca Grande que se transmite por UdeC radio, en Cartagena.
A la amena tertulia, además, asistieron Edgar Cortés Uparela y Gina Ruz Rojas, gestores culturales e integrantes del equipo realizador del evento radiofónico; Eloisa y Armando Saumeth, hijos del connotado autor; Oscar Saumeth, compositor y arreglista; Segundo Pacheco, cantante; Víctor Camacho, trompetista; Edward Cortés Uparela, cantante y gestor cultural en Barranquilla; Darío Bolaño, historiador e investigador cultural; y Ramón Amador Peña, director orquestal.
Mañe Saumeth, como afectuosamente se le conocía, no ha tenido el suficiente reconocimiento de su obra y menos el merecidísimo homenaje del que es acreedor, sin ínfulas de grandeza, porque su comportamiento respetuoso y humilde solo daba para realizar excelsas composiciones e interpretarlas magistralmente. Cuentan sus conocedores cercanos, que cuando era atrapado por la inspiración melodiosa suspendía toda actividad para entregarse de lleno al arreglo musical, sin necesidad de recurrir a algún sonido instrumental, pues únicamente se apoyaba en su tarareo bucal. Solo hasta cuando había culminado su tarea, sin importar tiempos o necesidades laborales alternas, regresaba a sus otras actividades relacionadas con el campo o con su también destacado desempeño en el arte de la ebanistería. De él, es recordada su presentación, con su agrupación Saumeth y sus Plateños, en la feria ganadera en Plato de 1964, cuando alternó en encantador mano a mano con la orquesta de Pacho Galán, teniendo como cantante al hoy humorista de televisión Álvaro Lemmon Ballestas.
La reseña histórica hecha por el investigador Darío Bolaño Ricaurte, dice que Manuel Saumeth fue condiscípulo de Lucho Bermúdez en la Escuela de Bellas Artes de Cartagena y era lúcido intérprete del piano, violín y saxofón, pero que sus inclinaciones preferenciales se daban cuando tenía en sus manos una trompeta. Aunque su primera orquesta, por la década de los cuarenta, tuvo el nombre de Santa Cecilia, también se conocieron La Banda de las Bananeras, que fundó junto con Lucho Bermúdez, y que se estableció en Ciénaga para interpretar la alegre música del bajo Magdalena y de las sabanas del viejo Bolívar; luego apareció con Saumeth y sus Muchachos, para despedirse de la vida en 1973 con Saumeth y sus Plateños.
Recorrió todo el Caribe y el interior del país, señala Bolaño, con una apreciable colección de canciones que en su mayor porcentaje eran de su autoría, tanto en letra como en música. Se destacan los porros Magangué, El perro de Petrona, Gloria Acosta y Ruth Fonseca, y el vals Ensueños del Magdalena.
Con el apoyo del Círculo de Amigos de la Música del Ayer –CIRDAMAYER- de Barranquilla, se prepara un homenaje a Mañe Saumeth, realizando un conversatorio sobre su trayectoria musical, con la presencia de una orquesta que toque sus melodías. Para esto, ya se han adelantado contactos con el gentil vicepresidente de esa organización y director de la revista La Lira, Diógenes Royet.
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