Inicio Actualidad No más lógica del terror, necesitamos actos de grandeza: Lafaurie al ELN

No más lógica del terror, necesitamos actos de grandeza: Lafaurie al ELN

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El presidente ejecutivo de Fedegán y miembro del equipo negociador de paz con el ELN considera incomprensible que la guerrilla del ELN siga teniendo una lógica de terror que a estas alturas la sociedad colombiana no está dispuesta a tolerar.

Afirmó que llegó la hora de generar condiciones efectivas para la participación de las comunidades en los territorios y de todos los colombianos en la construcción de la paz. La hora de entender que si no se logra un mínimo de seguridad, la participación a la que el ELN le otorga tanta importancia no será posible.

A pesar de la liberación de algunos secuestrados durante la semana que pasó, el ELN sigue haciendo de las suyas en sus zonas de control. ¿Esa lógica del terror es benéfica para el proceso de paz?

Este es el escenario que yo he calificado como lógica del terror. Estoy seguro que la sociedad colombiana no está dispuesta a aceptar todos estos hechos de violencia como preludio de un acuerdo de paz, de un cese de hostilidades.

Debe haber más coherencia entre lo que se discute en la mesa de diálogo y lo que finalmente los frentes de guerra del ELN terminan por hacer en los territorios. El 7 de julio es un punto de inflexión para empezar el desescalamiento y el 3 de agosto tiene que cesar no solo toda hostilidad contra la sociedad en términos generales, sino que será un periodo que permitirá avanzar en el centro medular de estas negociaciones: la participación de la sociedad civil.

Mañana 10 de julio tendremos la primera plenaria en Cuba y allí manifestaré mi desacuerdo y mi desconcierto por estos hechos.

En su más reciente columna usted critica el hecho de que la muerte de integrantes de la Fuerza Pública y ciudadanos sometidos por la guerrilla sea calificada como “contratiempos” de la paz.

Así es. Nos acostumbramos tanto a la violencia y la muerte, que Renzo y Gersón, que así se llamaban los dos policías asesinados en El Zulia -presuntamente por el ELN-, son considerados como “contratiempos”, como Samir, el patrullero asesinado el mismo día en Tibú, o Karina, la sargento secuestrada ¡el mismo día! en Arauca con sus dos pequeños, también por el ELN (y que ya fue liberada).

No son solo “contratiempos”. Estos integrantes de la Fuerza Pública tenían nombres, padres y hermanos, igual que los 22 cadetes que fueron “contratiempos” a las negociaciones de 2019.

¿No le parece por lo menos contradictorio que mientras el gobierno publica el Decreto 1117 en el que se indica el cese al fuego bilateral y temporal de carácter nacional en el marco del diálogo con el ELN, esa guerrilla realice actos contra la Fuerza Pública y la población civil?

El capítulo II del Decreto 1117 se titula “De las operaciones de la Fuerza Pública” y en el Artículo 2 se refiere a la suspensión de las operaciones ofensivas de la Fuerza Pública. Sin embargo, en el parágrafo se expresa que “la suspensión de operaciones militares y operativos policiales ofensivos se hará sin perjuicio del cumplimiento de la función y obligación constitucional y legal de la Fuerza Pública de preservar la integridad del territorio nacional, garantizar el orden constitucional y legal y asegurar las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas en todo el territorio nacional”

Aquí el Código Penal sigue vigente. No hay ninguna zona de despeje. Por el contrario, alertamos a las autoridades, tanto Policía como Fuerzas Armadas, a que este tipo de actos deben tener una respuesta coercitiva por parte del Estado, frente a esos actores que, entre otras cosas, están afectando parte de las conversaciones que se han venido llevando a cabo en Cuba.

En el caso del secuestro -y posterior liberación- de la sargento Ghislaine Karina Ramírez y sus dos hijos se decía que “presuntamente” había sido el ELN. Lo mismo en los otros casos de asesinatos de policías y hostigamientos contra la población. ¿Hubiera sido mejor si los cabecillas del ELN reconocieran estos delitos?

Hubiera querido escuchar a los cabecillas del ELN negando esas autorías, a Nicolás Rodríguez, que hace apenas unos días reiteraba públicamente el compromiso de acatar el cese al fuego “de manera sagrada, responsable y decidida”.

El silencio otorga y si, por el contrario, reivindican su responsabilidad con el argumento de que, en el marco del Acuerdo de cese -no de la justicia-, podrían atacar a la Fuerza Pública sin consecuencias hasta el 3 de agosto, pues sería una suerte de macabra despedida y un desafortunado mensaje a la sociedad, que necesita creer en una paz realista y posible.

Sin embargo, ese “legalismo a su manera”, que he percibido en el ELN durante las negociaciones, el mismo que les permite asesinar y secuestrar hasta el último día en que puedan hacerlo, me da algo de confianza hacia delante, porque, como ellos mismos reconocieron, nunca habían “firmado” un compromiso con gobierno alguno y, por ello, en esta ocasión cumplirán lo firmado.

Para el ELN el “corazón” del proceso es la participación de la sociedad, pero esa sociedad no creo que esté dispuesta a aguantar más hostigamientos, asesinatos, atentados contra la infraestructura en medio del diálogo. ¿En esas condiciones no es muy difícil ser optimistas con el proceso de paz?

Creo que la lógica del terror debería de dejarse a un lado para poder facilitar y avanzar con mucha más claridad y prontitud en las conversaciones que se vienen, sobre todo por un hecho que el país tiene que estar notificado. A partir del 25 de julio se instala la Comisión Nacional de Participación con 81 delegados de 30 sectores. Es una mezcla muy, pero muy variopinta de actores de la sociedad colombiana y es necesario, absolutamente necesario, que el accionar del ELN se suspenda precisamente para darle garantías a aquellos que van a participar activamente.

Es la sociedad, en ocho zonas del territorio colombiano la que va a diseñar cómo será la participación a partir de febrero de 2024 en adelante. Sin embargo, esas zonas son duramente golpeadas por los actos de violencia.

¿Qué debe hacer, entonces, el ELN, porque pareciera que se esfuerza más por dar al traste con los diálogos en lugar de demostrar hechos concretos de paz?

Llegó el momento del realismo, pero también de la grandeza, dos condiciones que inspiraron a Álvaro Gómez Hurtado, cuando alzó su bandera del gran “Acuerdo sobre lo fundamental”. Llegó el momento de, literalmente, poner sobre la mesa lo que ofrece y exige el ELN, al lado de lo que ofrecen y exigen el Gobierno y la sociedad colombiana. De eso se trata.

Llegó la hora de generar condiciones efectivas para la participación de las comunidades en los territorios y de todos los colombianos en la construcción de la paz; la hora de entender que si no logramos un mínimo de seguridad -la seguridad total es también una utopía-, la participación a la que el ELN le otorga tanta importancia no será posible; y esa seguridad pasa por no asesinar, no secuestrar, no extorsionar, no aterrorizar a la población, porque la libertad es la esencia de la participación y no puede participar realmente quien está bajo amenaza. Llegó el momento de asumir que secuestrar y extorsionar son también “contratiempos” para la paz.

¿Y dónde queda el narcotráfico, que es la gasolina que incendia el país y les llena los bolsillos a los grupos ilegales?

Es momento de reconocer, en la Mesa de Diálogo inclusive, que detrás de la inseguridad y la violencia está el narcotráfico, que destruye naturaleza y ética y valores; que corrompe; el narcotráfico proveedor de las bandas que se toman ciudades y, por ese camino, algo todavía más grave: amenaza ¡a nuestros hijos!, al futuro de Colombia, a los niños y jóvenes que enfrentan el peligro del consumo a edades aterradoramente tempranas.

Aquí nadamos en coca. En 2012 había 42.000 hectáreas de coca, pero hoy en día hay unas 300.000 hectáreas. Hace 20 o 30 años en Colombia no se consumía cocaína. Hoy en día la cocaína se está yendo a los pueblos y ciudades colombianas, no se salva ninguno. En el país no hay parque que no tenga dueño. Gran parte de los asesinatos en las ciudades son peleas por microtráfico. Además, las estructuras mafiosas dueñas de la coca en Colombia también fabrican fentanilo, que es más adictivo y más barato. El país se va a volver trizas si no se actúa claramente con respecto a este flagelo.

La sección Alto Turmequé de El Espectador lo destacó a usted como uno de los más entusiastas en las discusiones de la subcomisión de la Mesa de Diálogo entre el gobierno y el ELN sobre la participación de la sociedad civil en el proceso de paz. ¿Sigue siendo optimista con los diálogos y con el cese al fuego?

Volvemos a Cuba para asegurarnos que el cese al fuego, que arranca el 3 de agosto salga bien. Por eso este 10 de julio empezaremos las plenarias, para que ningún elemento pueda perturbar lo que se pactó. Si esto sale bien, creo que el acuerdo con el ELN puede tener una oportunidad como esfuerzo de este gobierno. Si continúa como viene, mucho lo lamento pero los hechos terminarán diciendo otra cosa.

“Por sus frutos los conoceréis”, reza el versículo bíblico y yo lo parafraseo en “por sus hechos los conoceréis”. Yo quiero creer que si el ELN firmó una serie de acuerdos es porque va a cumplir.

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