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Paro armado del Clan del Golfo tiene en jaque a ganaderos colombianos

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“La Colombia urbana, que conoce apenas a distancia el paro armado, se impresiona con el número de camiones quemados, sin reparar que, detrás de esa expresión de violencia, se esconde una verdadera tragedia, que no solo afecta las economías locales, sino que, todavía más grave, es una ostentación de control armado sobre el territorio y sobre la vida de las personas. Los camiones se apagan, pero el terror se queda”.

Así se expresó el presidente ejecutivo de FEDEGÁN, José Félix Lafaurie Rivera, para rechazar la escalada de violencia en las regiones con presencia del Clan del Golfo por la extradición del bandido “Otoniel”, y para pedir mayor presencia, pero, sobre todo, “permanencia” de la Fuerza Pública en esas regiones, porque -reiteró el dirigente gremial- “en el campo, el terror también se queda cuando el ejército se va”.

Pérdidas por departamentos

Con información de primera mano, FEDEGÁN logró una aproximación a las pérdidas ganaderas. De acuerdo con la Oficina de Planeación y Estudios Económicos del gremio, en Córdoba, más de 60.000 personas que dependen del trabajo rural se vieron afectadas porque se prohibió salir a trabajar. Más de 7000 reses y de 4 millones de litros de leche no se pudieron comercializar, con pérdidas superiores a los 20.000 millones de pesos.

En Antioquia las pérdidas son inmensas: se dejaron de transar cerca de 6500 bovinos, 3000 de ellos en la Feria de Medellín, junto con 1000 porcinos, y solo en el occidente del departamento, Colanta dejó de acopiar cerca de 200.000 litros de leche en dos días.

En Atlántico, Magdalena y Bolívar la comercialización de ganado también se paralizó y se dejaron de acopiar cerca de 1.500.000 litros de leche, con pérdidas que se estiman en más de 22.000 millones de pesos.

Pequeños ganaderos, los más afectados

“Una verdadera tragedia -insistió el presidente de FEDEGÁN-, sobre todo porque afecta más a los pequeños ganaderos, en un momento en que la ganadería de leche, sobre todo, enfrenta una nueva crisis, porque ya superamos la violencia sanitaria de la pandemia y la de la naturaleza, con un invierno desastroso en medio país y un verano devastador en la altillanura; superamos la violencia del paro nacional, la de los precios de los insumos por la crisis de los contenedores y la guerra de Ucrania, y ahora tuvimos que enfrentar el paro armado”.

Para Lafaurie, la violencia volvió a ser un factor de riesgo para la vida y la producción rural. “Sin prevención posible, afirmó, mientras tengamos 200.000 hectáreas de coca; sin seguro ni atención posterior como los demás riesgos; sin nada, más allá de la acción heroica de nuestra Fuerza Pública tratando de contener el narcotráfico, a pesar de la Corte Constitucional y a pesar de la izquierda y de los sectores que, inclusive, buscan acercamientos con las mafias”.

La ganadería pide auxilio, al Gobierno y a la Fuerza Pública frente a la inseguridad, y a los ministerios competentes, para apoyar la recuperación tras los desastres climáticos y ganar la guerra contra los altos costos. Mientras tanto, concluyó el presidente de FEDEGÁN, la ganadería no se detiene ni se detendrá en la noble labor de llevar carne y leche a la mesa de los colombianos.

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