Inicio Opinion #LaOpinionDeColmenares. ¿Una democracia costosa…?

#LaOpinionDeColmenares. ¿Una democracia costosa…?

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Luis Alonso Colmenares Rodríguez –@LColmenaresR

La publicidad política hace costosa la democracia. Cada cuatro años es el mismo debate sobre el tema. ¿Cuánto cuesta una campaña al Congreso?

Cada cuatro años los colombianos comunes y corrientes que aspiramos a ocupar una curul en el Congreso nos encontramos con la tozuda realidad de lo imposible que esto puede llegar a ser, y ante la soledad a la hora de conseguir recursos para financiar las campañas de manera honesta.

Debemos hacerlo con las uñas, mientras otros derrochan dineros para obtener una curul y no hacer nada por el país, por el bienestar que la gente pide a gritos.

Hacer una campaña política -que no sea presidencial- es caminar en el desierto y no encontrar fin; es un viacrucis desde el inicio hasta el día de la elección, incluyendo el trámite engorroso de apertura de una cuenta a la que deben llegar los recursos conseguidos. El banco donde hice la solicitud todavía no me ha respondido, a pesar de que soy su cliente desde hace más de 25 años.

¡Estoy de acuerdo con que se investigue el origen de los recursos, pero que no pese sobre el aspirante la sospecha permanente de que los dineros conseguidos son mal habidos!

Una campaña al Congreso es un desafío que desanima a muchos que desean enfrentarlo. Sin embargo, yo he decidido enfrentar ese desafío sin padrinos que me financien con cientos de millones, ni con el presupuesto público, ni recursos de regalías, ni cupos indicativos, o el aplazamiento de la ley de garantías para contratar de manera directa, o con el proyecto sacúdete al parque que, según dicen, está financiando la campaña de algunos candidatos aliados del gobierno.

Por eso, voy a demostrar que, de manera honesta y decente, con grandes esfuerzos, también se puede llegar.

En los medios de comunicación hacen denuncias, pero no dicen lo imposible que le resulta a un candidato asumir los costos de la publicidad política que ellos mismos cobran, que llega a ser, tal vez, lo más costoso del camino hacia una curul en el Congreso.

Que dos semanas de publicidad en un medio de cubrimiento nacional tenga un costo de treinta millones de pesos es un verdadero escándalo.

¿Por qué los periodistas de los grandes medios de comunicación, una vez elegido el candidato, se escandalizan porque lleva a cabo gestiones para recuperar ese dinero invertido en la campaña? ¿Acaso, no es trabajo de los mismos periodistas que trabajan en esos medios que cobran treinta millones por dos semanas de publicidad política influir de manera positiva para que estas dinámicas cambien?

Sin embargo, pasan los años y el Estado hace cambios para que todo siga igual, porque la realidad es la misma cada cuatro años; es decir, la necesidad de grandes caudales de dinero para llegar al Congreso. El país social habla desprevenidamente de la necesidad de miles de millones para conseguir una curul en el Congreso y se refleja entonces la imposibilidad que tiene el colombiano del común para poder llevar a cabo esa aspiración. Todo lo anterior, dificulta el ejercicio democrático y mancha la democracia.

Ahora bien, algunos periodistas fariseos se quejan porque los políticos quieren recuperar lo invertido en la campaña una vez consiguen la curul, y se quejan desde los mismos medios de comunicación que cobran treinta millones por dos semanas de publicidad política…

Otro camino en el desierto son los gastos que se generan el mismo día de las elecciones. Colombia no es solo ciudades, hay un votante rural con dificultades para transportarse al sitio de votación, y esos costos debe asumirlos el candidato o el votante se quedará sin ejercer su derecho y el aspirante se quedará sin ese voto.

He desarrollado una campaña desde la honestidad y de manera decente, desafiando esa dinámica, para demostrar que es posible hacerlo desde el esfuerzo y el apoyo de una parte de la sociedad que pide a gritos que haya cambios en el país. Por eso invito a desafiar esa dinámica perversa que nos han impuesto.

Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…

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