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José Félix Lafaurie Rivera -@jflafaurie

Año difícil este 2021. Entre abril y julio soportamos el más agresivo de los picos de la pandemia, con más de 700 muertos y de 33.000 contagios al día, y al mismo tiempo, el 28 de abril, resurgió el Paro Nacional, cuando la economía intentaba despegar.

El Paro fue, realmente, un ataque narcoterrorista perpetrado por la “Primera Línea”, que vandalizó bienes públicos y privados, y lo sigue haciendo el 28 de cada mes como macabro aniversario, entrenada por bandas de microtráfico, financiada por el narcotráfico y protegida por alcaldes “progres”, por Petro y el narconovelista Bolívar, y por la izquierda unida contra el gobierno, mientras deslegitimaba a la Fuerza Pública.

Miles de bloqueos cerraron las carreteras y hubo escasez de alimentos y combustibles, el comercio internacional se afectó y, prácticamente, la economía se detuvo con pérdidas billonarias. Me pregunto si al Comité de Paro, títere del progresismo, no le pesan los muertos de sus protestas durante el tercer pico, ni el daño al país y, sobre todo, a los más pobres.

Pero Colombia siempre ha resistido la amenaza comunista -si lo sabremos los ganaderos-, y con tesón, levantados los bloqueos, con menos restricciones y gracias a los auxilios temporales, costosos pero necesarios, se reactivó la demanda, el comercio, el turismo y todo el aparato productivo.

La producción agropecuaria, sin embargo, no se detuvo. En 2020, la ganadería fue una de las cuatro actividades que creció y, en 2021, aún sin cifras finales, la producción de leche creció 8,8% en el primer trimestre, 12% en el segundo y 4,2% en el tercero, lejos de la caída de 15%, “inventada” por la industria para justificar importaciones, que sumaban 47.862 toneladas a octubre, por 141 millones de dólares que no recibieron nuestros campesinos.

Sin desabastecer el mercado local, a octubre se habían exportado 47.000 toneladas de carne y 205.150 animales, por 327 millones de dólares, que nos acercan a la meta de 500 millones en 2022, posible con la reciente aprobación, del “Sello Ambiental Colombiano categoría Ganadería Sostenible”, que garantiza carne producida con alto desempeño ambiental.

En 2022 avanzaremos, como toda la economía, y no es optimismo fácil. El Banco Mundial proyecta el crecimiento de Colombia en 7,7%, y la OCDE en 9,5%, con 5,5% para 2022, que nos ubicará como la economía latinoamericana de mayor crecimiento.

De ahí la gran responsabilidad de no truncar la recuperación. En 2022 elegiremos nuevo Congreso y al sucesor de Iván Duque, y Petro, el neocomunista crecido con la victoria de Boric en Chile, amenaza con promesas populistas que esconden un asalto a nuestro derecho más preciado después de la vida: LA LIBERTAD.

Por ello, mi invitación es a votar en conciencia, pensando en el futuro del país. De todos depende que 2022 sea, realmente, el año de prosperidad que hoy les deseo.

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