El Presidente Ejecutivo de Fedepalma, Jens Mesa Dishington, manifestó que el Acuerdo de la Alianza no contempla la aplicación de mecanismos de defensa comercial para productos del sector agrícola, cuando es por todos conocido que este mercado se ha caracterizado por tener fuertes distorsiones, creadas por los subsidios y apoyos directos que recibe generalmente su producción.
Si bien la Alianza del Pacífico como acuerdo de integración entre Chile, Colombia, Perú y México, tiene una importancia geopolítica para nuestro país al abrirle paso a su inserción en la cuenca del Pacífico, es claro que los resultados de la negociación comercial podrían haber sido mucho mejores para el sector agrícola en general y la agroindustria de la palma de aceite en particular, planteó Jens Mesa Dishington, Presidente Ejecutivo de Fedepalma.
Colombia tiene un mercado de aceites y grasas que alcanza 1,4 millones de toneladas y produce cerca de 1,2 millones, de las cuales la gran mayoría responde a aceites de palma y palmiste. Por su parte, la Alianza cuantifica un mercado total de aceites y grasas del orden de 4,5 millones de toneladas y una producción de 3,6 millones, que en lo correspondiente a nuestros socios comerciales en dicha alianza, recae en aceites vegetales y animales sustitutos de los de palma como son aceites de colza, soya y pescado.
El dirigente gremial expresó que los términos en que quedó negociada en la Alianza del Pacífico la cadena de semillas oleaginosas, aceites y grasas, si bien en la práctica podría no tener repercusiones directas en el corto plazo para esta agroindustria, – en la medida en que Chile, Perú y México son deficitarios en aceites y grasas-, sí constituye un motivo de gran preocupación, pues establece un precedente que puede tener graves implicaciones a futuro, en la medida en que contempla la eliminación de instrumentos de política comercial de gran importancia para el sector palmicultor, como es el Sistema Andino de Franjas de Precios, SAFP; lo cual constituye un precedente desafortunado para la negociación de nuevos acuerdos comerciales, o incluso, en la posible renegociación de los ya firmados, donde, en buena medida, el sector logró mantener este importante mecanismo de estabilización de precios.
Lo anterior adquiere mayor relevancia si se tiene en cuenta que la Alianza del Pacífico cuenta ya con países observadores que quieren ingresar a este marco de integración, como Canadá, Uruguay, España, Costa Rica, Panamá y Australia, entre otros.
“El Gobierno Nacional nos ha manifestado que esta situación no será un precedente en otras negociaciones; sin embargo, la manera como tradicionalmente se adelantan las negociaciones comerciales no nos permite tener confianza en ello”.
Mesa Dishington mencionó que al Gobierno Nacional le faltó defender más los intereses del sector agrícola colombiano, y prueba de ello es que el Acuerdo de la Alianza no incluye la aplicación de mecanismos de defensa comercial para productos del sector agrícola, toda vez que éste se ha caracterizado por registrar fuertes distorsiones. En ese sentido, compartió los planteamientos expresados recientemente por la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, gremio cúpula del sector agrícola, que ha realizado serios reparos a la negociación de la Alianza del Pacífico.