José Félix Lafaurie Rivera -@jflafaurie
Hermoso municipio quindiano y legendario cacique pijao, a quien un bandido narcoterrorista le robó el nombre como su alias en el mundo criminal.
En 2024 fue detenido en un vehículo de la UNP, pues era “gestor de paz”, como otros tantos bandidos, y aunque se le incautaron armas ¡en un carro oficial!, fue dejado en libertad, explicó la fiscal General, porque “no estaba cometiendo delitos de lesa humanidad”. Curiosa explicación, o peor, curiosa legislación la que permite a un bandido gestor de paz cometer delitos como el porte ilegal de armas, con pena mínima de prisión de 9 años para cualquier vecino, sin que las autoridades puedan detenerlo.
Le confiscaron además computadores que la DIJÍN engavetó, como reconoció la fiscal un año después, cuando un medio saca a la luz grabaciones que comprometen a un general del ejército, un alto funcionario de la Dirección Nacional de Inteligencia y a la vicepresidenta, en relaciones “non sanctas” con el bandido de marras.
Surge la pregunta de todos los escándalos, como el de la UNGRD, que hoy acorrala a Velasco y Bonilla; el de las acusaciones entre Benedetti y Laura, premiadas con altos cargos, o el del robo de unas maletas millonarias, con acoso ilegal a una niñera y el desenlace de un oficial que -dicen- se suicidó, pero se rumora que “lo suicidaron”. Súmenle el fallo del CNE, de financiación ilegal de la campaña Petro, que compromete la legitimidad de su mandato y tiene sancionado y con investigación penal encima al gerente de Ecopetrol, anclado a su cargo a pesar de su desastrosa administración.
¿Todo esto a espaldas de Petro?, es la pregunta, porque el escándalo es la impronta de su gobierno, pero más parece una estrategia para atornillarse en el poder, pues lo que para unos es escándalo, para el “pueblo petrista”, alimentado de odio y promesas populistas contadas en votos, son mentiras de la oligarquía.
Porque el perdón social del Pacto de la Picota, la paz total, los gestores, los tarimazos, la reincorporación de oficiales cuestionados, el oscuro licenciado en una posición estratégica de la inteligencia del Estado, y sus también oscuros directores, uno de ellos prófugo con ayuda del gobierno, así como el ocultamiento de la SIJIN y la Fiscalía sin que nada pase, y la estrategia de deslegitimar a la oposición, de la cual la injusta condena a Santiago Uribe, con testimonios que la defensa desbarató con pruebas que la justicia ignoró, es solo una muestra; todo ello son piezas del mismo rompecabezas: la permanencia de la izquierda en el poder con recursos públicos y apoyo narcoterrorista.
Calarcá es un símbolo de coyuntura. Detrás están Mordisco, las disidencias atomizadas, los elenos, el Clan del Golfo en diálogos socio-jurídicos en Doha; centenares de bandas y más de 25.000 bandidos amenazando a 52 millones de colombianos. Como ha insistido María Fernanda Cabal, detrás está… “la democracia en peligro”.





