Ningún gremio agrícola sin un centro de investigación fuerte puede ser exitoso y permanecer en el mercado, aseguró el Presidente de la Junta Directiva de Cenipalma, Miguel Eduardo Sarmiento Gómez, luego del conversatorio “30 años de Cenipalma: Ciencia, Tecnología e Innovación”, realizado durante la XVII Reunión Técnica Nacional de Palma de Aceite que finalizó el viernes anterior.
En el conversatorio participaron Jorge Mario Díaz Luengas, Director Ejecutivo de Agrosavia; Freddy Fernando Garcés Obando, Director General de Cenicaña; Álvaro León Gaitán Bustamante, Director de Cenicafé; y Alexandre Patrick Cooman, Director General de Cenipalma, quienes coincidieron en la importancia de definir la agenda de investigación y extensión fundamentada en las necesidades de los productores, para así responder a los desafíos de productividad, menores costos, calidad y sostenibilidad, (ambiental y social) sin abandonar temas y desafíos globales como el cambio climático, las exigencias del consumidor y la seguridad alimentaria, así como las amenazas fitosanitarias y desarrollo científico en diferentes áreas de conocimiento, por mencionar algunos.
Igualmente plantearon que una agenda pertinente acompañada de transferencia de tecnología y extensión garantiza un buen resultado, utilización y adopción de las tecnologías por parte de los productores.
Los centros de investigación utilizan diferentes herramientas para hacer transferencia, capacitación y divulgación aprovechando tecnologías existentes, ajustando las agendas de acuerdo con las brechas, necesidades y oportunidades de los sectores.
Según lo expuesto por Díaz Luengas, los centros de investigación deben salirse de la órbita exclusivamente científica para entrar en los temas de investigación para el desarrollo. Es clave el diálogo con los productores, los aliados en la ciencia, universidades y otros centros de investigación y para ello se contempla la construcción de la agenda de investigación que debe hacerse de manera conjunta.
“Debemos ser excelentes en hacer ciencia, pero esa ciencia debe tener un propósito que es el de la transformación sostenible de los territorios agropecuarios del país”, así como planteó la necesidad de hacer extensión como una forma de cerrar las brechas entre el conocimiento y la adopción del mismo.
Por su parte, Garcés Obando manifestó que el sector de la caña invirtió en investigación ante una serie de amenazas que se presentaron en el pasado y que los llevó a establecer programas de investigación y desarrollo de variedades más resistentes y productivas.
Cenicaña tiene muy clara esa misión de apostar al desarrollo, la sostenibilidad y la competitividad con cuatro pilares fundamentales de investigación como son azúcar, energía, diversificación y sostenibilidad.
“El sector de la caña de azúcar cree en la investigación, los resultados son adoptados finalmente por el cultivador y por el ingenio y muestra de ello es que la productividad se ha duplicado, por poner un ejemplo”, señaló.
A su vez, Gaitán Bustamante manifestó que Cenicafé es el encargado de proveer la información científica y confiable, para que el caficultor vea qué puede hacer desde la finca y entienda que la rentabilidad es un concepto que arranca desde el mismo predio.
Por eso este centro de investigación se enfoca en cómo aumentar la productividad, cómo lograr reducir los costos de producción y cómo mejorar la calidad del café para recibir un mayor precio, con el objetivo principal de mejorar la calidad de vida del caficultor.
El gremio cafetero tiene más de mil extensionistas que están repartidos en todo el país y que transfieren los resultados del trabajo de Cenicafé, con una relación directa con el productor. A ello se suman las nuevas tecnologías que cada día son más importantes para llegarle al cafetero, terminó diciendo Gaitán Bustamante.
De acuerdo con el planteamiento de Alexandre Cooman, Cenipalma surgió por la necesidad de dar respuesta a una problemática fitosanitaria, como fue la Pudrición del cogollo. El Centro forma parte de una gremialidad fuerte y se enfoca en los objetivos estratégicos sectoriales: aumento de la productividad con menores costos de producción, mejoras en el estatus fitosanitario, optimización de la rentabilidad palmera, consolidación de una palmicultura sostenible y fortalecimiento de la institucionalidad.
Con una agenda de investigación establecida a partir de las demandas de los productores, con presencia regional con los campos experimentales, con productos y servicios especializados, transferencia de tecnología y extensión, con el apoyo de núcleos palmeros (planta de beneficio, cultivos propios y proveedores de pequeña, mediana y gran escala), se llega cada vez más a los productores, con tecnologías pertinentes.
Los directivos de los centros de investigación coincidieron que para asegurar pertinencia e impacto es necesario medir los resultados de investigación y adopción de tecnologías garantizando una relación costo/beneficio para que la inversión en ciencia y tecnología regrese al productor. Sin embargo, hay que tener claro los tiempos que implica hacer la investigación y por eso el apoyo en materia de recursos, de diferentes fuentes, debe ser constante para garantizar la estabilidad de los programas.
“Los diferentes estudios de impacto realizados a los trabajos de investigación y extensión de los 4 centros, han mostrado que esta inversión es altamente rentable, con un retorno entre 2,5 y 3,5 pesos para los productores, por cada peso invertido”, concluyó Alexandre Cooman.