Por: José Félix Lafaurie Rivera – Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN
El paro nacional agropecuario del 19 de agosto es legítimo porque sus causas lo son. La crisis de sectores, como el lechero, justifica la protesta civilizada. Mal haría Fedegán en no respetar el derecho a la “calle” para exigir soluciones, tantas veces prometidas e inexplicablemente aplazadas. Lograr la visibilidad del drama que afrontan los productores rurales se volvió imperativo ante la pasmosa indiferencia estatal. Sin embargo, los informes de inteligencia corroboran nuestros temores: la intromisión de las Farc y otros grupos terroristas busca repetir las violentas jornadas del Catatumbo, infiltrando la jornada con vías de hecho que Fedegán condena abiertamente.
Los ganaderos rechazamos el terrorismo que aprovecha las expresiones legítimas de inconformidad para promover la cultura de las armas y la violencia, el bloqueo de vías y el irrespeto a la autoridad. Mecanismos que las Farc han usado desde el violento paro armado de 1977, para ganar protagonismo político local e internacional “pescando en río revuelto”. Las Farc nunca han representado los intereses del campo, del que han sido sus verdugos y solo le han dejado 50 años de barbarie y atraso, para que ahora pretendan ser los mecenas del desarrollo rural. ¡Faltaría más!
Una realidad distinta a la protesta social pacífica y legal que alienta a lecheros, mineros artesanales, arroceros, algodoneros, paneleros, cafeteros, cerealeros o cacaoteros, que muestran su descontento ante la imposibilidad del Gobierno para resolver la creciente problemática que enfrentan. El caso ganadero es representativo y aunque los 25 gremios que afilian a los lecheros expresaron su malestar en comunicado de julio pasado, solo ahora sus demandas están siendo escuchadas. No son solicitudes recientes, pues año tras año pedimos al exministro Restrepo aplicar los Conpes y los Decretos para la reconversión productiva, que nunca arrancaron.
Los ganaderos avanzamos con el Gobierno en un proyecto de reconversión lechera, que esperamos continúe en dirección correcta. Pero urge una Política Nacional Agropecuaria que no administre una inversión a cuentagotas, cuando el sector está agobiado por el incremento en los costos de producción, la infraestructura vial jurásica y el deterioro del ingreso. Necesitamos instrumentos que apuntalen la competitividad, de cara a la entrada masiva de leches y lactosueros vía TLC, e instituciones eficientes para controlar el contrabando y las importaciones ilegales, así como de poner al día el sistema zoosanitario, responsable de nuestra exclusión de los mercados.
Vamos al compás del nuevo Ministro de Agricultura, a sabiendas de que tendremos que remontar sobre la quiebra, ya inevitable, de muchos ganaderos, con el anhelo de pasar de una política “apaga incendios” a reformas verdaderamente estructurales. No tenemos dudas sobre la actitud del Ministro, quien ha mostrado disposición para corregir el rumbo, pero al cierre del primer semestre la ejecución del presupuesto de inversión agropecuario era apenas del 24% y en entidades como Invima no superaba el 10%, el ICA el 20% y el Invías el 23%.
Para 2014 ya se redujo un 25% el presupuesto de inversión sectorial. De $1.6 billones disponibles, un 25.1% irá a planes preelectorales “taquilleros”: tierras y viviendas, mientras lo urgente –competitividad y productividad– seguirá en pañales. Al Ministro Estupiñán debemos apoyarlo en su demanda por mayores recursos para el sector, más ahora que el gobierno dice que “le llegó el tiempo al campo”, a propósito de los diálogos de La Habana.
No se puede decir, entonces, que no tenemos motivos para preocuparnos. Fedegán estará al lado de los ganaderos apoyando sus intereses, en especial de los productores de leche, que hoy se juegan su supervivencia. Incluso a riesgo de los tenebrosos propósitos de las Farc, el gremio ganadero respetará a quienes este lunes marchen pacíficamente, con un llamado a la civilidad, para que no permitan que un derecho justo se convierta en arma para los desbordamientos criminales que agitarán las Farc. En suma, estamos ante un paro que las Farc intentarán ilegitimar con su oportunismo.
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