La marchitez de las musáceas ocasionada por Fusarium es una enfermedad que data del siglo XX. En la actualidad tenemos la Raza 4 Tropical que es la más agresiva y afecta tanto variedades de banano como de plátano. Este patógeno se reportó por primera vez en el continente americano en el año 2019, particularmente en Colombia, posteriormente apareció en Perú en 2021 y recientemente en Venezuela en 2023.
Colombia hasta el momento tiene esta enfermedad presente únicamente en banano y se encuentra bajo restricción cuarentenaria en La Guajira y Magdalena. En el primer departamento los focos se registran en Dibulla y Riohacha, mientras que en el segundo en Zona Bananera y Santa Marta. Actualmente cerca del 99% de la producción de banano y plátano de Colombia se encuentra libre de la enfermedad. Lo que destaca que únicamente el país tiene un 1% de afectación.
Catalina Quintero Vargas es ingeniera agrónoma fitopatóloga vinculada a la Dirección Técnica de Epidemiología y Vigilancia Fitosanitaria del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA. Es una autoridad en el conocimiento, manejo y tratamiento de esta enfermedad y ha estado al frente de la misma desde que apareció el primer brote del hongo en el país. Estuvo en el Taller de formación de sensores externos para Fusarium Raza 4 Tropical, FocR4T, y otras enfermedades que afectan los cultivos de banano que se desarrolló en Santa Marta.
Destacó que los cinco años consecutivos de acciones de prevención, vigilancia y control que el ICA y ASBAMA han emprendido para contener, excluir, disminuir o mitigar el FocR4T de la región Caribe y el país han sido efectivas. La estrategia de formación de sensores externos de técnicos, tecnólogos, agrónomos y demás personas vinculadas a diferentes actividades de los sistemas productivos de banano y plátano, es una acción más, que se desarrolla con la finalidad de emprender una vigilancia activa.
“Se capacitan en cómo realizar el reconocimiento de los síntomas de la enfermedad, cómo realizar un recorrido e inspección adecuada en la plantación, y qué registros escritos debe llevar para informar a la autoridad fitosanitaria cualquier sospecha que se tenga y confirmarla posteriormente mediante visitas de la ONPF o de la autoría fitosanitaria, para descartar o confirmar el evento sospechoso. Con este proceso se busca hacer mucho más robusta la vigilancia a nivel nacional, fortalecer toda la gestión de las alertas tempranas y tener aliados estratégicos en el sector productivo que puedan generar mayores esfuerzos hacia mitigar los efectos que pueda ocasionar esta enfermedad en la región”, señaló.
Quintero Vargas también mencionó que el éxito de estas estrategias implementadas ha sido un esfuerzo reconocido por entes nacionales e internacionales, quienes han tomado como referencia y modelo a nuestro país, por eso se han compartido en diversos escenarios. Así mismo, se ha tenido el apoyo de diversas organizaciones internacionales y expertos que han brindado el soporte técnico para fortalecer estas experiencias a futuro.
“Sabemos que la biología de este hongo es muy compleja. No podemos decir que vamos a durar muchos años libres, eso esperamos. Sin embargo, nuestros esfuerzos están centrados en retrasar la evolución de este patógeno, a través de diferentes estrategias de contención y bioseguridad de tal manera que los estudios nos den tiempo para buscar las mejores acciones para darle un manejo y reducir los impactos ambientales y socioeconómicos que pueda ocasionar esta enfermedad en nuestro país, donde las musáceas son un reglón muy importante, especialmente en las exportaciones y también en la seguridad alimentaria”.
Catalina Quintero señala que en la actualidad hay varias instituciones evaluando materiales o germoplasmas promisorios por su resistencia a Fusarium Raza 4 Tropical. Sin embargo, estos son estudios que toman tiempo por el mismo ciclo del cultivo y porque su comportamiento no depende solamente de la planta, sino de las condiciones ambientales y de la concentración del hongo en el suelo. Estos germoplasmas importados se están valorando bajo diferentes condiciones controladas, ya sea de suelos naturalmente infectados en las zonas afectadas del Magdalena y La Guajira, como en zonas libres de la enfermedad para ver cómo responden agronómicamente. Por el momento no se tiene ninguna liberación de un resultado, o de un material, porque se quiere, cuando se llegue a este proceso, tener la certeza de que va a ser un material que va a ser perdurable en temas de resistencia y productividad a través del tiempo.