Dibujos, grabados y pinturas integran la producción de la exposición ‘La danza del color’ del artista Edgar Francisko, Jiménez, artista, nacido en Pijiño del Carmen, Magdalena, quien celebra sus 40 años de vida plástica, a partir de este miércoles 11 con la apertura de esta exhibición, que revive su sentir como explorador y maestro del arte.
Esta exposición, que tendrá lugar en el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo, será inaugurada desde las 7 de la noche en la sala Hernando Del Villar. Edgar Francisko es un trotamundos que ha dejado en cada país visitado la huella de su producción artística. Así lo define, el Curador e Historiador, Eduardo Márceles Daconte, quien ha seguido muy de cerca el trabajo realizado por el artista magdalenense.
Márceles Daconte escritor e historiador de arte, quien se desempeñó como Curador Multicultural del Queens Museum of Art de New York asegura que desde 1973 Edgar Francisko, cuando por primera vez, siendo aún estudiante de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Bogotá, exhibió sus obras en la Primera Semana Internacional de la Cultura, en Tunja no ha dejado de producir pinturas, dibujos y grabados que exploran temas que van desde un costumbrismo que enfatiza los símbolos de nuestra costeñidad, pasando por la música y sus danzantes, hasta desembocar en una pintura cosmopolita que enfocan elementos asiáticos, incluso, argumentos abstractos de robusto colorido, sin olvidar las jubilosas imágenes del carnaval caribeño.
También realizó, aunque sin ánimo ilustrativo, una serie de pinturas que recrean el realismo mágico el cual había estimulado su imaginación cuando leyó El otoño del patriarca, la celebrada novela de Gabriel García Márquez. “Por la época de sus primeros pasos en esta difícil disciplina, se interesó por el desnudo femenino pero más aún, se propuso investigar con espíritu crítico, la simbología raizal de la región Caribe. Es así como se observa en sus dibujos al carboncillo y diversas técnicas gráficas, el bohío campesino en su roza, los animales domésticos, el sombrero vueltiao, las abarcas típicas, pero también las columnas de humo que denuncian las quemas indiscriminadas, la calavera que acecha a los desprotegidos lugareños o el alambre de púas que encierra las grandes extensiones de tierra de gamonales y latifundistas”, explica Eduardo Márceles Daconte.
Ni siquiera en Beijing, mientras cursaba un posgrado en pintura tradicional china, olvidó su terruño ni sus aires musicales. En aquella remota ciudad experimentó una fusión asimilando el baile de la cumbia a la caligrafía china en parejas que se contorsionan de manera rítmica, pero al mismo tiempo simbolizan un ideograma del idioma vernáculo.
Mientras estuvo radicado en Toronto (Canadá) exploró, en coloridas aguadas, la filosofía tántrica, la cual entiende la sexualidad como un proceso de trascendencia espiritual y que él representa como un recorrido energético o circuito cerrado entre ambos cuerpos durante la cópula. “No se trata de una figuración realista, sino de encuentros amorosos sugeridos con manchas sensuales que evocan la intimidad del ser humano explica Márceles Daconte. Después de largos años de un exilio voluntario, se radicó en Bogotá.
Artista de estudio e investigación
Edgar Francisko Jiménez, egresó de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. Estudió Grabado al agua fuerte en el “Atelier 17” en París, con el Maestro S.W. Hayter (1980-81) y Litografía en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, España (1981- 82).
Fue profesor de Dibujo en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá. Obtuvo una beca de Posgrado en Pintura China Tradicional en Beijing (Pekín). Instructor en el “Art Centre” en Hong Kong. Estudió cerámica en el “Fringe Club” de Hong Kong. Después de vivir 12 años en Asia, se trasladó Canadá, allí fue miembro fundador del grupo de artistas visuales “JIRART” y de la Casa Cultural Colombiana. En enero de 2005 con la donación de varias de sus obras inició las colecciones de arte de la Casa de la Cultura “Oscar Delgado” de Santa Ana y la Casa de la Cultura “Elías Abad Palomino” de Pijiño del Carmen, Magdalena.